Algo que debe quedarnos muy claro al emprender es que no podemos, y además no debemos, ser “todólogos”. Esa actitud es muy peligrosa para el emprendedor como persona y para la empresa como proyecto. Muchas personas, al caer en el mito del emprendedor que hemos discutido en artículos anteriores, además de dedicarse solo a la parte técnica tienden a ser “chambitas”. Se echan la “chambita” de limpiar el local, de ir a ver los clientes, preparar el producto, entregarlo, hacer la contabilidad, etc. Este tipo de personas rara vez se toman el tiempo de, por ejemplo, reflexionar sobre su éxito o sobre sus errores. Eso es parte de lo peligroso.
Después de un rato, y si el negocio logra sobrevivir, el emprendedor “todólogo” se da cuenta de que necesita ayuda. Entonces contrata a alguien que se encargue de, por ejemplo, entregar los pedidos. Pero resulta que el emprendedor, después de unos meses, se da cuenta de que el repartidor no hace las cosas como a él le gustarían y comienza a hacer los repartos de nuevo colocando al empleado en otra área. Y así lo va moviendo por todos lados en el negocio. El trabajador se puede ir con mucha facilidad porque no siente estructura o estabilidad, no se siente satisfecho y muy posiblemente ni le caiga bien el emprendedor.
Este tipo de situaciones es muy común. ¿Por qué? Porque los emprendedores no saben delegar, en parte, pero la solución está en saber diseñar sistemas de trabajo.
Dentro del capitalismo, y quizás me escuche mucho a clase de universidad, la especialización del trabajo es fundamental para lograr rendimientos en una empresa. Pero esa especialización del trabajador solo se puede lograr si la empresa supo analizar y reestructurar los procesos del negocio así como transmitírselos a sus empleados. En otras palabras, como emprendedores debemos de saber diseñar el trabajo de nuestros colaboradores señalando pasos a seguir, escribir guiones para atender clientes, etc. De ese modo se puede ir construyendo un negocio profesional y se logra que el emprendedor deje poco a poco actividades que pueden ser manejadas por su personal. Con ese tiempo libre uno puede dedicarse a rediseñar la marca, crear nuevos productos, buscar nuevos mercados para crecer o simplemente disfrutar del éxito del negocio.
Este proceso de diseño del trabajo no es solo algo que se deba hacer porque la empresa ha crecido más allá de las capacidades de su fundador. Es parte de la responsabilidad social de cualquier negocio. ¿Por qué? Es necesario recordar que un emprendedor no inicia su empresa solo para hacerse rico sino que satisface necesidades tanto de clientes como de la sociedad en general. Hoy en día una importante necesidad social es el desempleo. Por lo tanto, es responsabilidad del emprendedor generar empleos dignos y estables. El diseño de sistemas de trabajo es la manera en la que un empresario puede contribuir a satisfacer esta carencia.
Esteban Sánchez es un experto en negocios y emprendimiento, además de ser un apasionado del cine y las industrias del entretenimiento. Fundador y miembro activo de organizaciones que promueven el cine como arte y el espíritu emprendedor. Síganlo en Twitter.